Incluso con Ómicron, mantener las escuelas abiertas debe ser la primera opción 2022 no puede ser un año más de aprendizaje interrumpido. Tiene que ser el año en que la educación, y el interés superior de los niños, tengan prioridad.

 

Los casos de COVID-19 vuelven a aumentar en todo el mundo, a causa de Ómicron, una nueva variante que los expertos en salud pública y los científicos se esfuerzan por comprender. En medio de la creciente incertidumbre, muchos gobiernos están analizando si mantener las escuelas abiertas es la mejor opción. Una cosa sí sabemos con certeza: Otra oleada de cierres generalizados de escuelas sería desastrosa para los niños. La educación presencial es necesaria y urgente. 

 

Lo que los niños, niñas y adolescentes han perdido por no poder asistir a la escuela puede que no se recupere nunca. Ya sea la pérdida de aprendizaje, las afectaciones a su salud mental, la exposición a la violencia y el maltrato, o la limitación de las habilidades sociales, todas estas consecuencias afectarán al rendimiento educativo de los niños y su participación en la sociedad, así como a su salud. Esta generación de niños en edad escolar podría perder colectivamente 17 mil millones de dólares en ingresos potenciales de por vida. Los más afectados son los niños y niñas que viven en entornos con pocos recursos económicos y que no tienen acceso a herramientas de aprendizaje a distancia, así como los más pequeños que se encuentran en etapas críticas de su desarrollo. Estas carencias se dan, sobre todo en aquellos hogares que se encuentran en condiciones de mayor vulnerabilidad.

 

Los padres, madres y cuidadores también pagan un alto precio. Mantener a los niños en casa obliga a muchos padres y fundamentalmente a las madres de todo el mundo a dejar sus puestos de trabajo, sobre todo en los países donde la licencia familiar es muy limitada o no existe. Por eso hay que evitar que se siga posponiendo el retorno a las escuelas siempre que sea posible. Cuando la transmisión comunitaria de COVID-19 aumenta y se hacen necesarias medidas estrictas de salud pública, las escuelas deben ser las últimas en cerrar y las primeras en reabrir. Sin embargo, en muchos casos, la decisión ha sido mantener las escuelas cerradas como primer recurso, mientras que todo lo demás ha permanecido abierto, incluso bares, restaurantes, estadios y centros recreativos, lugares donde los niños acuden con sus familias.

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