“La identificación de posibles donantes en la red de hospitales del sistema de salud, así como el respeto a la voluntad de un donante es un himno a la vida”


Padecer una enfermedad catastrófica y estar en una lista de espera para recibir un trasplante de hígado hace que la esperanza sea la mayor fuente de luz para Arturo Castañeda. Él libra una batalla diaria contra una enfermedad catastrófica diagnosticada en 2017, que se complicó durante la pandemia. 

El 29 de octubre la ministra de Salud, Ximena Garzón; y el director del Instituto Nacional de Donación y Trasplantes de Órganos, Tejidos y Células (INDOT), Patricio Ortiz se reunieron con representantes del colectivo Lista de Espera, quienes expusieron la necesidad de fortalecer la detección de posibles donantes en los hospitales del sistema de salud, como el primer paso en el eslabón de la cadena donación-trasplante. En esta reunión, las autoridades de salud se comprometieron a la compra inmediata de medicinas para la mantención de posibles donantes; iniciar una campaña de comunicación para promover la donación de órganos; el fortalecimiento de la coordinación para la identificación de posibles donantes entre la red de hospitales públicos de segundo y tercer nivel, el ECU 911, Ministerio de Salud Pública y el INDOT. 

Este último punto, así como el compromiso y la acción oportuna de los profesionales de la salud para referir a posibles donantes es uno de los mayores desafíos que tiene el país para garantizar la vida de pacientes con enfermedades catastróficas como Arturo. “Si no hay identificación de posibles donantes tampoco se dan los trasplantes”, dice Martha Rodríguez, vocera del colectivo Lista de Espera. 

En algunas ocasiones, la voluntad de donar órganos que un ecuatoriano expresa al renovar su cédula queda en letra muerta cuando sus familiares deciden lo contrario y eso es lo que se quiere cambiar. “Respetar la voluntad de un donante de órganos es un himno a la vida”, agrega Rodríguez.

Lina Polo, quien colabora con el colectivo Lista de Espera, confirma que la pandemia y la falta de un sistema de identificación de posibles donantes influyó en la muerte de su padre, quien requería un trasplante de hígado.

 

Llamado de atención

En Ecuador hay 1.707 pacientes que sufren enfermedades catastróficas, cuya vida depende de la donación de órganos y de la identificación oportuna en los hospitales, según se puede confirmar en los registros del INDOT.

En una entrevista con Edición Médica, Patricio Ortiz, director de este organismo, detalla que el trasplante más demandado es el de riñón con aproximadamente 600 pacientes en la lista. Le sigue el hepático con unas 70 personas en espera, hay un paciente de pulmonar, otro cardíaco y unas 700 requieren corneas.

Con estas cifras en mente y señalando que los trasplantes que necesitan  cirugías de alta complejidad se retomaron hace algunos meses, la representante del colectivo Lista de Espera comenta que los acuerdos alcanzados con la Ministra de Salud se lograron luego de que enviaron una carta abierta al vicepresidente y a varios funcionarios de Estado, para solicitar que se fortalezca el sistema de identificación, mantención y referencia de posibles donantes. 

En la misiva, que cuenta con el respaldo de 78.000 adherentes, se expresa la preocupación porque muchos pacientes en lista de espera han muerto, otros han perdido su posibilidad de ser trasplantados por su estado de salud y la mayoría se están debilitando. Desde enero hasta septiembre de este año se han realizado 237 trasplantes, de los cuales 176 fueron de córneas, 57 renales y 14 hepáticos, pero las cifras no se acercan a las de 2018, cuando se realizaron 717 trasplantes.

 

Acto de generosidad

“La muerte de una persona puede convertirse en una oportunidad de vida para muchas otras personas, gracias a un acto de generosidad”, dice Martha Rodríguez, al recordar que es indispensable que un donante converse con su familia para que se comparta y respete su decisión.

Además, insiste en que es fundamental que haya un sistema efectivo de identificación, mantención y notificación de posibles donantes. También que se implementen programas de formación, sensibilización y colaboración de todos los profesionales de la sanidad para la detección de potenciales donantes.

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