Mitos y verdades sobre el abuso sexual infantil
El
maltrato infantil en sus diferentes formas:
físico, psicológico, laboral, privaciones,
homicidios, continúa siendo una herida abierta a nivel mundial y una realidad
invisibilizada, especialmente en América Latina y el Caribe, una de las
regiones más violentas del mundo y donde existe mayor desigualdad social.
De
acuerdo a los datos más recientes de UNICEF, “más de la mitad de las niñas,
niños y adolescentes de la región, son víctimas de maltrato físico, emocional,
trato negligente o abuso sexual”.
Pese
a las limitaciones que ha provocado la crisis sanitaria, el confinamiento y
barreras interpuestas por la proliferación del COVID-19, el cometimiento de los
delitos no ha cesado, pudiendo determinar que estos delitos han tenido mayor
prevalencia por tener a un agresor sexual en sus hogares, y en igual o mayor medida
la problemática que deriva de la tecnología que tienen al alcance de la mano de
nuestros hijos, hechos que han proliferado por las redes sociales en donde se
camuflan los depredadores sexuales que hacen presa fácil para conquistar y
reclutar a la niñez y juventud, en una conspiración por el teletrabajo o clases
virtuales en casa, situación que sesga o limita el acceso a los padres por su
trabajo u ocupaciones; convirtiendo a sus hijos en huérfanos cibernéticos y así
creando víctimas perfectas, vulnerables y silenciosas que mantienen un ciclo de
violencia degenerada en todos los niveles que dan lugar a la explotación sexual
infantil por medio los CIBER ACOSO,
GROOMING Y SEXTING INFANTIL.
Cabe
mencionar que la violencia se da principalmente en el interior de las familias,
por medio del castigo físico como forma de disciplina, el abandono, la
explotación económica y el abuso sexual. La violencia es un complejo fenómeno
multidimensional que requiere una respuesta multifacética: la salud pública, la
justicia penal, los servicios sociales, la educación y la implicación de todos
los actores de la sociedad.
Por
otro lado, según datos del MIES, en Ecuador aumentó un 102 % el ingreso de
menores a casas de acogida durante la pandemia de la COVID-19; entre las causas
se detallan: maltrato, abusos y abandono. De aquellos 756 nuevos ingresos de
menores a los albergues, la mayor parte se concentra en las provincias de
Imbabura, Esmeraldas, Azuay, Cañar, Pichincha y Loja.
Los hechos de violencia sexual habrían sido cometidos por personas que
compartían vínculos consanguíneos y afines a los menores de edad, entre las que
se encuentra una joven de 17 años, con 75% de discapacidad física y 60%
intelectual; cuyos familiares le habrían hecho abortar como resultado de los
constantes golpes de los que era víctima.
Eliminar
todas las formas de violencia y abuso contra niñas, niños y adolescentes, en
espacios públicos y privados, así como en la educación y el trabajo es parte de
acciones organizadas desde los colectivos sociales para generar políticas
públicas eficientes que cambien esta dura realidad.
El
IV Congreso Iberoamericano contra el Abuso Sexual Infantil, Postpandemia y el
Retorno a la Nueva Normalidad., a desarrollarse el 26, 27 y 28 de noviembre de forma
virtual, será el escenario perfecto, en el cual, expertos ponentes nacionales e
internacionales, además, de autoridades y organizaciones de la defensa de
derechos humanos y grupos vulnerables, abordaran esta temática con una
cosmovisión del delito de abuso sexual infantil.
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