Repartidores del sector delivery: ¿quiénes son y cómo es su día a día?
Según cifras de la Encuesta Nacional de Empleo, Desempleo y Subempleo 2021 (Enemdu), publicada en marzo 2021, por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), informa que Quito es la ciudad con mayor índice de desempleo, con el 13,5% (125.416 personas); seguida por Guayaquil, con el 3,8% (46.741). Cuenca, con el 8,2%; Machala, con el 10%; y Ambato, con el 6,4%. Además, se pone en evidencia que hay más mujeres desempleadas que hombres: la tasa se ubicó en 7,2% frente al 4,8% de los hombres.
Si bien la pandemia, provocada por el COVID-19, golpeó las economías mundiales y generó cierres de empresas y despidos, también abrió las puertas a otro tipo de dinámica social, empresarial e inclusive de nuevos emprendimientos. En estos nuevos horizontes de oportunidades de desarrollo y crecimiento constan las plataformas de delivery. Rappi, por ejemplo, cuando llegó al Ecuador (2019), inició sus operaciones con 350 rappitenderos; su crecimiento ha sido exponencial: hacia marzo de 2020 contaba con 1.500, para mediados del mismo año alcanzó 2.500, y para 2021 son más de 3.500 entre las ciudades de Quito, Guayaquil, Cuenca y Salinas.
Así mismo, es de destacar que la mayoría de los repartidores lograron incrementar hasta en un 150% sus ganancias durante la pandemia y tener ingresos adicionales en su día a día.
¿Quiénes están detrás del casco y la mochila?
Los repartidores son personas que proveen servicios como trabajadores independientes en tiempo, modo y lugar que ellos acuerden. En ese sentido, las plataformas son una alternativa concreta y efectiva para generar oportunidades de ingreso para las personas, con barreras mínimas de entrada y de salida, acomodándose a las preferencias y circunstancias particulares de manera sumamente práctica y eficiente.
Cada repartidor vive una experiencia distinta. En Rappi hay perfiles muy diferenciados como por ejemplo: mujeres que son cabeza de hogar, jóvenes universitarios, profesionales, jubilados, extranjeros, es decir, un universo de personas que buscan ese ingreso extra, distribuir su tiempo y conectarse cuando lo necesitan.
Este es el caso de Anna Sgaraglino (32 años), quien lleva 1 año y medio siendo rappitendera, conectándose a la aplicación por las tardes, ya que por la mañana se dedica exclusivamente al cuidado de su niña de 5 años. Ella es madre soltera y cabeza de hogar, ha probado en otro tipo de actividades laborales, como, por ejemplo: vendedora, y la falta de flexibilidad en horarios, le han llevado a renunciar. Por ello, mira al delivery como una opción de generar ingresos económicos y tener tiempo de calidad para compartir con su hija.
“Meses atrás sufrí un accidente durante mi jornada como repartidora, un vehículo chocó mi moto y huyó. A pesar del mal momento que viví, pude acceder a un seguro de accidentes exclusivo para rappitenderos, el cual cubrió todos los gastos para reparar mi moto y cubrir mis gastos médicos. Estoy agradecida con Rappi porque si no fuera por esta aplicación no pudiera cuidar como se debe a mi hija y ella siempre será mi prioridad”, enfatizó Anna.
También tenemos la historia de Marco Rodríguez (37 años), venezolano y residente en Quito desde hace 5 años. Rappi se convirtió en su principal fuente económica desde septiembre del año pasado. Él comenzó utilizando su bicicleta durante los primeros siete meses hasta que pudo ahorrar y comprarse su propia moto. Este joven es la cabeza de su hogar, vive con su hijo pequeño y su padre. Antes de ser rappitiendero, mantenía trabajos por un cierto tiempo en modalidad freelance, sin embargo, el salario que recibía era mensual, lo cual no le era suficiente para cubrir sus deudas y obligaciones económicas. “Decidí apostar por el delivery porque me daba la opción de dividir mi tiempo en varias actividades, además que me ayudó a cubrir todas mis deudas a tiempo ya que el pago es semanal”.
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