Automatización e Industria 4.0: cómo separar la señal del ruido con la nube híbrida
La inteligencia artificial (IA) ha alcanzado un nivel de madurez en el
que es posible lograr mucha más automatización que la que tenemos actualmente.
La IA ya puede discernir cuándo un comercio minorista necesita volver a hacer
un pedido y qué solicitar. También tiene la capacidad de asignar un presupuesto
optimizado, por ejemplo, para reparaciones de líneas eléctricas o gastos
publicitarios. Con la IA responsable, incluso es posible que brinde
“explicaciones” y ayude al usuario a comprender por qué tomó determinada decisión.
El desafío consiste en construir un modelo de IA lo suficientemente robusto
como para lograr estas mismas capacidades a escala, en un entorno empresarial.
Para entrenar un modelo para que decida si conviene más enviar un determinado paquete
desde Lima o Arequipa, por ejemplo, es necesario proveerle con un gran volumen de
datos sobre los tiempos de viaje y la carga, el clima, la disponibilidad de transporte
y la "última milla" crítica para el cliente. Recopilar todos estos
datos es bastante fácil a través de RFID e incluso los teléfonos móviles pueden
hacerlo, pero ¿cómo separar la señal del ruido? A medida que la implementación
de IoT se vuelve más robusta e incorpora datos visuales o de imagen, se genera
un volumen tal que podría llegar a colapsar la red cuando se intenta captar la
totalidad de los datos. La solución radica en poder integrar la IA lo
suficientemente temprano en ese proceso para que los modelos puedan determinar en
forma autónoma qué es señal y qué es ruido.
En otras palabras, implementar la automatización a gran escala para
aplicarla en contextos más complejos que generalmente implican intervención
humana es más un problema de computación que un problema de IA. Cuando la IA se
aplica en la periferia, donde se recopilan los datos, el número de lugares
diferentes donde es necesario administrar la infraestructura crece considerablemente.
Algunos modelos se ejecutarán en dispositivos y beacons, que pueden
estar en teléfonos móviles o en una nube pública. Algunos datos se marcarán
como potencialmente notables y se enviarán a un hub central o se
analizarán en un entorno on premise. La nube híbrida ofrece una forma
común de gestionar todo en estos entornos diversos, y eso significa que es
posible automatizar mucho más.
En un
contexto como la gestión de activos, la capacidad de reunir este tipo de datos
y de analizarlos de una manera que tenga sentido para un usuario, se vuelve
particularmente poderosa. Para mantener infraestructura crítica, desde
centrales de energía, represas eléctricas hasta reactores nucleares, hay que
realizar el seguimiento de infinidad de entradas de datos, desde la condición
de las líneas de energía, las conexiones y la refrigeración, hasta la
inspección más reciente de cada ascensor.
Para
integrar la automatización a este contexto, se requiere la gama completa de
tecnologías que componen la Industria 4.0, desde dispositivos edge habilitados
para IA que pueden recopilar información y analizar en el lugar, hasta analítica
avanzada capaz de comprender el panorama general. Cuando podemos reunir toda
esta información donde y cuando sea que la necesitemos, y ejecutar cualquier
software o modelo que queramos, la tarea hercúlea de inspeccionar, mantener y
mejorar estos activos se vuelve mucho más manejable. Podemos usar la IA para
evaluar la salud y la seguridad de un activo, incluso podemos automatizar el
proceso de toma de decisiones para determinar si es necesario arreglar algo.
La
capacidad de predecir cómo le irá a un activo en diferentes escenarios y, en
efecto, de predecir cuándo debe inspeccionarse o repararse, tiene importantes
implicancias, como poder mitigar la creciente crisis de mantenimiento diferido,
o poder reducir drásticamente las huellas de carbono y los desechos. Este
potencial permaneció inexplotado durante mucho tiempo porque se señaló que los
modelos eran débiles o que la inteligencia artificial aún era inmadura, cuando en
realidad la responsabilidad puede atribuirse a problemas mucho más fáciles de
resolver, como los cuellos de botella que se generan y que hacen que los datos
se liberen a cuentagotas. La IA madura está aquí. Las organizaciones deben
invertir en infraestructura que realmente permita desbloquear su poder.
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