La falta de políticas sobre inteligencia artificial puede aumentar las brechas sociales
El año 2022 supuso un
gran avance en la evolución del sector de la Inteligencia Artificial (AI).
Realizar crónicas deportivas, diseñar un logotipo o presentar las noticias ya
no son actividades que únicamente los humanos pueden desempeñar: la IA es capaz
de hacerlo y cada vez de forma más accesible. El avance tecnológico nos ofrece
grandes oportunidades que implican nuevos desafíos, y para ello es necesario
que los jóvenes participen en la discusión.
A pesar de que la IA lleva décadas de
presencia en nuestras vidas, esta se ha reducido a ejecutar tareas muy
concretas como detectar datos (visuales, sonoros o lingüísticos), procesarlos y
ofrecer una respuesta simple como identificar rostros, efectuar operaciones
bursátiles u ofrecer una lista de videos a través de un sistema de
recomendación, entre muchas otras.
Todas estas acciones se encuentran dentro del
concepto de Inteligencia Artificial Débil, que se define como un sistema
dirigido a resolver problemas específicos y limitados gracias a algoritmos
programados por humanos, a través de patrones y tendencias repetitivas.
El gran cambio ha venido de la mano con la
que se denomina IA Generativa, un tipo de tecnología que se acerca más al
concepto que tenemos los humanos sobre lo que consideramos que es inteligencia.
Esto es, sistemas que aprenden y adquieren experiencia por sí mismos, sin
apenas supervisión humana, capaces de crear contenido nuevo. Este sistema se
conoce como aprendizaje profundo o deep learning.
Daniel Irene, docente de la UTPL que fue
parte del proyecto “Democratización del aprendizaje de la inteligencia
artificial desde edades tempranas en Ecuador”, plantea que es necesario que los
jóvenes participen en la discusión de los dilemas que plantea la IA y se
incorporen de manera activa y flexible a trabajos que cada vez requieren un
mayor apoyo tecnológico.
“Antes se miraba a la IA como una tecnología
lejana, pero poco a poco se ha ido integrando en nuestras vidas gracias a la
aplicabilidad que se le ha ido dando” y, por eso, es necesario que desde edades
tempranas los infantes comprendan qué es la IA, cómo funciona y qué pueden
hacer con ella. “Los niños son nativos digitales. El reto es articular proyectos
entre instituciones de educación primaria, secundaria y universidades para
poder ver esa aplicabilidad que también ellos podrían implementar”, afirma el
investigador.
“Empresarialmente, en Ecuador y en
Latinoamérica no producimos IA, es un producto que proviene de afuera”, comenta
Daniel. En el país necesitamos formar talento humano para crear este tipo de
tecnología, por lo cual es necesario pensar en ir formando a las siguientes
generaciones desde edades tempranas en el aprendizaje de IA de una forma lúdica
y divertida, para así llegar a generar nuestras propias soluciones. De esta
manera, podremos cambiar la dependencia de la venta de recursos naturales por
la del conocimiento, destaca el artículo “Enseñanza-aprendizaje de la
inteligencia artificial en primaria y secundaria” del que Daniel es coautor.
De acuerdo con el texto citado, se llevó a
cabo un análisis geográfico de países con iniciativas en marcha relacionadas
con el aprendizaje de la IA en educación primaria y secundaria. EE. UU. y China
son claros líderes en el desarrollo de proyectos de inteligencia artificial,
aunque también se menciona a India, Reino Unido, Finlandia, España, México y
Argentina. Esto indica la trascendencia que está adquiriendo la IA en numerosos
países, así como su influencia en la nueva generación de niños y jóvenes.
“A nivel político y educativo no hay una
democratización de la IA en Ecuador”, afirma el investigador. Según el Horizon
Report, “es esencial que se diseñen políticas destinadas a prevenir que la
incorporación de IA aumente brechas de género, raciales, etc.”
Según la Unesco, a nivel global la
participación de mujeres en carreras de educación superior vinculadas a STEM
(acrónimo en inglés de Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) es del 35
%. En Ecuador, aunque no existen cifras oficiales, se estima que el porcentaje
es inferior a la cifra mundial, con una participación aproximada del 25 % en
carreras afines. Aunque en titulaciones como Telecomunicaciones o Computación
su participación no llega al 10 %.
Aunque la IA tiene el potencial de
revolucionar el mundo de una manera positiva, también plantea importantes
cuestiones éticas. Si la IA se basa sobre datos históricos, es probable que
reproduzca los prejuicios y las desigualdades que existen en la sociedad. La
opacidad de los algoritmos alimenta las dudas sobre posibles sesgos debido a
que no se sabe cómo ponderan los datos. El proceso funciona como una caja negra
que se encuentra protegido bajo el secreto empresarial.
El portal periodístico ProPublica realizó una
investigación en Estados Unidos sobre el algoritmo COMPAS, usado para calcular
penas y el riesgo de reincidencia en procesos penales. La investigación
concluyó que existe una alta probabilidad de discriminación algorítmica hacia
personas afrodescendientes.
Otra de las principales preocupaciones en
torno a la IA es su impacto en el empleo. A medida que la tecnología continúa
evolucionando, la automatización se está volviendo más común, lo que está
llevando a muchos trabajadores a temer que la IA los sustituya. Aunque la
automatización ha supuesto la pérdida de empleos en algunos sectores, también
ha creado nuevos campos de trabajo relacionados con las carreras STEM. Esto
plantea cuestiones fundamentales acerca de cómo capacitar a la fuerza laboral
para los cambios que se avecinan y la importancia de promover una cultura de
producción de IA entre universidades, gobierno y empresas, con el
financiamiento de proyectos de interés social en Ecuador.
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