OLÉ lidera la transformación sostenible al convertir desechos orgánicos en compost para pequeños agricultores
Los vertederos, a menudo vistos como simples lugares de eliminación de desechos, encierran un problema ambiental significativo que genera una serie de impactos negativos desde la contaminación del suelo y del agua hasta la emisión de gases de efecto invernadero. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la descomposición de la basura produce metano, un potente gas que contribuye al calentamiento global.
La Empresa Pública Metropolitana de Gestión Integral de Residuos Sólidos (EMGIRS-EP) asegura que en Quito se genera un promedio de 2.000 toneladas de residuos sólidos al día, de estos, el 60% son orgánicos provenientes de frutas, vegetales, granos y plantas, y el otro 40% es inorgánico compuesto por papel, metal, vidrio, textiles y plástico.
Ante este panorama, el sector empresarial tiene una gran responsabilidad, Productos OLÉ, es una de las empresas de alimentos pioneras en implementar estrategias clave para alcanzar este objetivo, fomentando la conversión de los residuos orgánicos como cáscaras y restos de frutas y verduras resultantes de su producción en recursos útiles, como el compostaje para producir abono, así como en la separación de residuos y en la adopción de prácticas sostenibles.
Muestra de ello, su programa insignia “Del Campo al Campo” en alianza con ANUNA, empresa dedicada a la recolección de recursos orgánicos para la elaboración de compost, OLÉ entrega mensualmente 2.400 kgs de abono orgánico de manera gratuita a pequeños agricultores proveedores de sus materias primas, siendo así, parte de un círculo virtuoso 360 que inicia y termina en el campo, fortaleciendo la cadena alimentaria local y apoyando la agricultura sostenible. Este programa acompañado de un esquema de provision y contrato justo impacta a más de 200 familias.
Nicolás Perez, fundador de Anuna resalta que “contar con el respaldo de empresas como Olé, una de las pioneras en apostar y apoyar nuestra filosofía, nos ha permitido lograr grandes cambios y crear una verdadera economía circular orientada a resolver el problema ambiental más grande que enfrenta Quito, liberando el basurero sanitario de más de 30 toneladas de desecho orgánico”.
Uno de los aspectos más beneficiosos de esta iniciativa radica en la descomposición aeróbica. Cuando los desechos orgánicos como restos de comida o recortes de jardín se exponen a condiciones adecuadas como aireación y volteo periódico de los materiales, se promueve la actividad de microorganismos aeróbicos, que no solo producen un valioso recurso para la tierra, sino que también contribuye significativamente a la reducción de emisiones de metano.
Pedro Vega, CEO de Productos OLÉ, menciona que “nuestra producción se basa en el uso de frutas y verduras frescas del campo, por ello, comprendemos la importancia de contar con un modelo de negocio eficiente en el uso de recursos. Vemos nuestros residuos orgánicos como una oportunidad, no como un problema.”
Esta sencilla acción no solo ayuda a reducir la huella ambiental de OLÉ, sino que también ayuda a frenar las emisiones de gases de efecto invernadero, además de mejorar la calidad del suelo, evitar la erosión, aportar nutrientes a los cultivos y reducir el gasto de fertilizantes, impactando directamente en la calidad de vida de los ganaderos.
Luis Suarez, agricultor de OLÉ resalta que “con el uso del abono orgánico que nos provee OLÉ he notado una mejora significativa de al menos un 30% en la producción de los cultivos, mejorando la calidad del maracuyá y limón que cosechamos”.
De esta forma, OLÉ ratifica su compromiso de impulsar prácticas empresariales sostenibles que inspiren a otras empresas de la industria, destacando que un modelo de negocio sustentable no solo es posible, sino que también beneficia a la empresa, el medio ambiente y su cadena de valor.
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