Pacari plantea una transición hacia los empaques biodegradables
La creciente
generación de basura a escala mundial es alarmante. Organizaciones globales
como el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente afirman que, para el
año 2050, habría más plástico que peces en los mares y, según esta entidad, se
estima que unos 13 millones de toneladas de basura plástica fueron vertidas al
océano en el último año. Ecuador no es ajeno a esta problemática. De acuerdo
con Emaseo, en Quito se desechan más de 277 toneladas de plástico al día. La
industria alimenticia es altamente responsable de este problema y la tendencia
en soluciones debe provenir desde allí.
En este sentido, una
respuesta concreta surge localmente desde Pacari, empresa ecuatoriana del
sector de alimentos, que se planteó iniciar una transición ágil de su sistema de
empaques, con un proceso gradual que ejemplifica a la industria que romper
paradigmas es viable.
Carla Barbotó,
presidente de la empresa, quien lidera la alineación del negocio a los
principios de sostenibilidad, reconoce la incidencia del sector de alimentos en
la generación de desechos plásticos. Para la ejecutiva, empaquetar es crucial
para garantizar la calidad del producto, pero la responsabilidad no concluye
cuando este llega al consumidor final.
“Nuestra
responsabilidad con el planeta incentivó la transición progresiva para
reemplazar los materiales que recubren nuestros productos para eliminar la
generación de plástico, paso obligatorio para una empresa con los valores que
representamos”, clarificó Barbotó respecto a la más reciente innovación de Pacari.
Empaquetar de forma
amigable con el ambiente es un reto y a la vez una oportunidad para Pacari. Desde
hace tres meses toda la producción de las populares barras de 50 gr de Pacari
se vienen produciendo con empaques biodegradables elaborados a base de celulosa
que vegetal reemplazan al 100% el plástico. Este material natural tiene la
propiedad de desintegrarse en 180 días, sin contaminar el ambiente.
Incentivar una
relación equilibrada con el ambiente es consistente al significado de Pacari,
término que significa “naturaleza” en quechua. Barbotó, quien mira de forma
holística la relación entre empresa, sociedad y ambiente, considera que la innovación
industrial es parte de un proceso que tiene como propósito final motivar
cambios en la cultura del consumo.
Pacari ha dado el
primer paso al reemplazar el plástico con un material natural biodegradable y
el siguiente paso sería dar el ejemplo e incentivar el consumo responsable, para
que toda la industria tenga un cambio positivo y mostrar que es posible, enfatiza
la cofundadora de Pacari, quien señala que el consumo responsable inicia desde
la familia.
“Al hacernos cargo de nuestra
basura desde la casa y enseñar a nuestros hijos otras formas de procesar la
basura, estamos aportando de forma exponencial con el planeta,” afirmó Barbotó
quien resalta que el compostaje doméstico contribuye con la generación de
plantas que purifican el aire, al tiempo que bajan drásticamente los volúmenes
de transporte, contaminación y uso del suelo que conlleva el manejo tradicional
de la basura.
La producción de
plásticos se disparó en los últimos 50 años. Ecuador es parte de la lista de
más de 32 países que se han sumado a la decisión de prohibir la utilización y
comercialización de plásticos de un solo uso, proyecto impulsado por el
Ministerio del Ambiente, como parte de una gran iniciativa global. Hasta que
estas regulaciones se formalicen y puedan incidir de forma más amplia en la
industria, Pacari de forma voluntaria ha logrado dar un giro con gran agilidad
para fomentar transformaciones profundas de alto impacto que no se limitan al
proceso industrial, sino que apuntan a una transformación integral.
“Si todos tenemos
hijos, debemos preguntarnos ¿qué queremos dejarles? ¿Acaso un millón de dólares
o la posibilidad de que puedan caminar por un parque? Esa es la mejor forma de
incidir en la industria: pensar en el futuro y proyectar todas nuestras
acciones en esa dirección”, concluye Carla Barbotó, para quien 180 días no es
lo mismo que 180 años, un paso que busca inspirar al sector de la industria de
alimentos para revertir el acelerado proceso de contaminación del planeta.
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