Economía para la Vida: la recuperación post Covid invita al nuevo gobierno a repensar su agenda con un enfoque integrador


 Inicia un nuevo gobierno en Ecuador en un entorno donde urgen las propuestas ante la triple crisis económica, sanitaria y ambiental del planeta. La recuperación post-covid encabezando una agenda compleja insta al gobierno a explorar las mejores soluciones. La invitación para adoptar enfoques alineados con la Economía para la Vida sería la oportunidad para plantear estrategias alternas a la extracción de recursos naturales y consumo ilimitado, caminos cada vez más cuestionados por su insuficiencia para resolver el dilema económico de satisfacer las necesidades humanas en armonía con el ambiente del cual depende la supervivencia.

Generar círculos virtuosos para la economía, el ambiente y la población son ejes del Plan Bioregional, una herramienta de planificación estratégica, que profundiza en las problemáticas más urgentes de la región Amazónica. Este plan es una propuesta de Cuencas Sagradas, iniciativa de varias organizaciones sociales e indígenas que promueven la protección permanente del territorio amazónico, su población y cultura milenaria.

Una panorámica preliminar de esta ambiciosa propuesta para el crítico periodo hacia el año 2030, se presentó durante el taller a través de plataforma virtual con participación de técnicos representantes de la iniciativa Cuencas Sagradas y representantes de medios de comunicación, desde Quito, Ecuador.

Para el investigador socio-ambiental Juan Manuel Crespo, los cambios acelerados en la región amazónica podrían llevar a un punto de no retorno. “El enfoque de la Economía para la Vida surge con alternativas para revertir los procesos degenerativos en el ambiente en un momento crítico”. Según Crespo, el modelo económico tradicional, enfocado en la explotación de recursos naturales desde 1971, nos llevaría a un punto de no retorno para el Ecuador y el mundo:

  • Entre 1985 y 2018 se perdieron 440.227 hectáreas de selva amazónica por actividades extractivas en petróleo, minerales, aceite de palma, madera y recientemente la balsa, motivadas por una demanda local y global de productos de consumo.
  • Un 90% de la deforestación se relaciona a la infraestructura, y ocurre en zonas cercanas a las carreteras, donde por cada kilómetro de vía construida se deforesta entre 400 y 2.400 hectáreas de bosques nativos.
  • La pérdida de la selva amazónica afecta la capacidad de producir alimentos y la pérdida de medios de vida de 600.000 indígenas que habitan la Amazonía ecuatoriana y el noreste de Perú.
  • Los indicadores sociales más alarmantes están en la región amazónica, por debajo del promedio nacional, con brechas educativas y problemas sanitarios como la desnutrición infantil, y otras enfermedades.
  • Solo un 33,5% de la población amazónica en el Ecuador está cubierta por la seguridad social. Esta situación es aún más crítica ante el Covid-19.

Para Belén Páez, Secretaria General de la iniciativa Cuencas Sagradas, la experiencia de la pandemia ha mostrado la necesidad de tomar un camino alternativo para promover una economía para la vida, basada en la naturaleza, para fomentar un desarrollo sostenible y prevenir futuras pandemias. En este sentido, la planificación bioregional reconoce que existen áreas biogeográficas únicas, que comparten características culturales, económicas e históricas, con recursos ecológicos interconectados e interdependientes.

“Este es un momento de oportunidad para replantear un modelo de desarrollo participativo y colaborativo que permita revalorizar a la región amazónica por su importancia local y global”, afirmó Belén Páez, quien enfatizó los beneficios de planificar desde un enfoque eco-céntrico, donde el ser humano está integrado al ecosistema, en alineación a la tendencia global para combatir el cambio climático.

Asegurar la protección permanente de 35 millones de hectáreas de la bioregión de las Cuencas Sagradas entre Ecuador y Perú es la visión del Plan Bioregional logra entrelazar en torno a su visión y objetivos, las estrategias y acciones dentro de múltiples escalas tanto territorial, binacional e internacional. “El Plan Bioregional observa en su conjunto los aspectos sociales, económicos y de conservación para plantear acciones concretas y viables para revertir el calentamiento global y favorecer las oportunidades para la población de los territorios amazónicos”, enfatizó la Secretaria General de la iniciativa.

Para Domingo Peas, líder de la Nación Achuar de la Amazonía Ecuatoriana, Ecuador y Perú están entre los 17 países con mayor biodiversidad del mundo. “Los pueblos y nacionalidades indígenas proponemos el cuidado permanente la Amazonía, a través de alianzas y el trabajo conjunto entre diferentes sectores”, destacó el dirigente, quien ratifica el proceso de construcción colectiva de propuestas alternas para aportar al desarrollo del país desde enfoques sostenibles.

  • Ecuador alberga el 6% de la biodiversidad mundial en solo el 0,2% del territorio de nuestro planeta.
  • La región amazónica de Ecuador y el noreste de Perú cuenta con 35 millones de hectáreas que conforman un biocorredor megadiverso.
  • El 60% del área abarca un mosaico de áreas protegidas y territorios indígenas, con los ecosistemas de mayor diversidad biológica global, hábitat de infinidad de formas de vida de extrema fragilidad.
  • Es hogar para 600 mil habitantes de 30 pueblos y nacionalidades indígenas.

Lola Piyahuaje, vicepresidenta de la Confeniae, señalo: “Los pueblos indígenas buscamos no solo nuestra supervivencia, sino la estabilidad climática de todo el planeta. Con el Plan Bioregional, proponemos una visión de respeto y valoración de los territorios de la Amazonía”, expresa la líder indígena, quien, además, señala que la educación es un pilar importante para propiciar un cambio de pensamiento y generar consciencia ecológica.

Los fondos públicos, privados y de la cooperación internacional deben financiar iniciativas innovadoras. El Plan Bioregional propone un portafolio de proyectos que pretende atraer una inversión de más de 600 millones de dólares en los próximos 10 años. El Plan comprende los ejes estratégicos de economía del bosque y emprendimientos regenerativos. Además, plantea la conservación, restauración hídrica y boscosa, ciudades inteligentes, nuevas tecnologías de transporte, conectividad y salud.

Este planteamiento incluye estrategias para una recuperación post-covid que garanticen caminos de transición y nuevos acuerdos de justicia ecológica y social, y acuerdos globales para la reducción del uso de combustibles fósiles, desde un enfoque de Economía para la Vida, que asegure la supervivencia a largo plazo.

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