Editorial de Opinión Acuicultura sostenible: el camino a seguir Dave Robb, Líder de Sostenibilidad del Grupo de Nutrición Acuícola de Cargill
La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la
Alimentación (FAO) ha resaltado la necesidad de que la acuicultura crezca para
ayudar a alimentar a la creciente población humana hasta 2050, pero ese
crecimiento debe gestionarse de manera sostenible. Durante los últimos 25 años,
el uso de ingredientes marinos en la acuicultura ha sido un tema de preocupación.
En las décadas de 1980 y 1990, muchas dietas de peces cultivados se basaban
predominantemente en harina y aceite de pescado, ambos ricos en nutrientes,
proteínas, vitaminas, minerales y ácidos grasos. Sin embargo, a medida que la
industria se expandió, la demanda de estos recursos marinos creció
paralelamente, planteando preguntas críticas sobre la sostenibilidad de usar
peces para alimentar a peces, especialmente cuando estos recursos marinos
podrían alimentar directamente a las personas.
La solución ha sido convertir peces menos apetecibles en productos de
alta demanda como el salmón, la lubina, la dorada o el camarón, asegurando al
mismo tiempo que nuestras prácticas de obtención tengan un impacto mínimo en
los ecosistemas marinos. Sin embargo, a medida que la acuicultura crece para
alimentar a más personas, también lo hace la demanda potencial de harina y
aceite de pescado, que también son buscados por otras industrias. Con esta
competencia creciente por un recurso finito, ¿cómo identificamos y desarrollamos
alternativas sostenibles mientras continuamos utilizando estos ingredientes
marinos de manera responsable?
Lograr una gestión sostenible de las pesquerías es complejo. Cuando una
pesquería está bajo el control de una sola nación, se requiere liderazgo por
parte de los reguladores nacionales para adherirse al Código de Conducta para
la Pesca Responsable de la FAO, asegurando evaluaciones y regulaciones
adecuadas de las existencias. El desafío se amplifica cuando las pesquerías
abarcan múltiples naciones, lo que requiere cooperación entre reguladores y
pescadores vecinos, mientras que los derechos de pesca son temas muy sensibles
políticamente para todas las naciones costeras.
El cambio climático agrava aún más estos desafíos, ya que el calentamiento
de las aguas provoca que las existencias de peces migren, a veces cruzando
fronteras nacionales y afectando el acceso y los derechos de pesca. El caso de
la caballa en el Atlántico Nordeste, que ha cambiado su hábitat entre Noruega,
Islandia y los países de la UE, ejemplifica la necesidad de colaboración
internacional en la gestión pesquera para prepararse para estos cambios
futuros.
A pesar de estos obstáculos, la colaboración y las asociaciones siguen
siendo fundamentales. La gestión pesquera efectiva depende de la cooperación
entre pescadores, reguladores y representantes del mercado. El Proyecto de
Mejora de la Pesquería (FIP, por sus siglas en inglés) es un ejemplo notable,
reuniendo a diversos actores para mejorar las prácticas de gestión pesquera.
Un concepto desarrollado originalmente por la Asociación de Pesquerías
Sostenibles (SFP, por sus siglas en inglés), los Proyectos de Mejora de la
Pesquería (FIPs) juegan un papel crucial en la promoción de prácticas
sostenibles. Estos proyectos son colaboraciones entre pescadores, procesadores,
proveedores y organizaciones de conservación con el objetivo de mejorar la
sostenibilidad de las pesquerías. Los FIPs operan identificando desafíos
ambientales clave y estableciendo objetivos específicos y medibles para
abordarlos. Se centran en implementar cambios que puedan llevar a la evaluación
exitosa según los estándares de MarinTrust, desarrollados específicamente para
ingredientes marinos, o a la certificación de la pesquería por estándares como
el Consejo de Administración Marina (MSC, por sus siglas en inglés).
Los FIPs son fundamentales para impulsar mejoras al establecer metas con
plazos definidos, típicamente en un plazo de cinco años, para lograr una
gestión sostenible. Este enfoque estructurado asegura un progreso continuo y
responsabilidad, lo que lo convierte en una herramienta efectiva en la búsqueda
de pesquerías sostenibles. El Programa de Mejoradores de MarinTrust está
diseñado para el sector de ingredientes marinos, impulsando mejoras en el mar y
en las fábricas de procesamiento, y estableciendo una cadena de custodia de los
productos. Su reconocimiento por el sector acuícola proporciona un excelente
punto de entrada a una vía de desarrollo sostenible para una pesquería
involucrada en ingredientes marinos. Más allá de esto, los FIPs integrales
pueden estar más enfocados en lograr objetivos más altos, como la certificación
MSC para la pesquería.
Mirando hacia adelante, el uso continuado de ingredientes marinos en la
acuicultura es esencial, siempre que provengan de pesquerías gestionadas de
manera sostenible. Para satisfacer la creciente demanda y abordar las
fluctuaciones ambientales, debemos ampliar el conjunto de pesquerías bien
gestionadas a nivel mundial. Esto incluye no solo aquellas que proporcionan
harina y aceite de pescado, sino también aquellas que suministran pescado para
el consumo humano directo.
Países como Japón, India y Mauritania ofrecen oportunidades prometedoras
para el desarrollo de pesquerías sostenibles. Sin embargo, estas áreas también
presentan desafíos únicos, como entornos políticos complejos y regulaciones
locales variadas. Iniciativas como el Fondo de Mejora de Pesquerías, lanzado en
colaboración con Finance Earth y WWF, buscan apoyar estos esfuerzos, asegurando
un futuro sostenible para las existencias mundiales de peces.
En conclusión, la gestión sostenible de las pesquerías no es solo un
imperativo comercial, sino una responsabilidad ecológica y social más amplia.
Aunque el viaje está lleno de desafíos, los beneficios potenciales para los
ecosistemas, las comunidades locales y el suministro global de alimentos son
inmensos. Fomentando la cooperación internacional y adoptando prácticas de
gestión innovadoras, podemos asegurar recursos marinos obtenidos de manera
responsable para las generaciones futuras. Además, es importante reconocer que
no toda la acuicultura depende de ingredientes marinos. Muchos productores
están incorporando fuentes de alimento basadas en plantas o alternativas para
mejorar la sostenibilidad. Adoptar estas estrategias diversas garantizará en
última instancia la longevidad y sostenibilidad del sector acuícola.
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